Sube la temperatura, el calor aprieta y lo único que pasa por nuestra cabeza es buscar refugio en alguna de las piscinas que nos rodean. Las de las urbanizaciones, las municipales, las naturales, cualquier opción es buena para refrescarnos, pero no todas ellas ofrecen los mismos beneficios y sobre todo acarrean las mismas consecuencias para nuestra piel.