Al igual que la de tantos otros, no fue su elección abandonar Siria: “Teníamos que salir de allí cuanto antes, o quedarnos y morir”. La situación en Homs, su ciudad natal, se había vuelto insostenible por el incesante conflicto armado dentro de la población. Fue entonces cuando su familia tomó la determinación de marcharse a Qatar. Allí, Obida reconoce que su familia pasó seis meses “muy duros”. El joven suspira y aún se entristece al recordarlo: “sufrimos mucho”.
Para el joven sirio no es fácil echar la vista atrás y recordar su lugar de origen, totalmente devastado por la guerra: “Los recuerdos de mi casa, con mis amigos, mis primos… se terminó”. Las circunstancias en las que le ha tocado vivir su juventud le dotan de una madurez que se lee en sus palabras, y es que rechaza un testimonio victimista y recuerda los millones que aún sufren una situación de desplazamiento, incluso peor que la suya: “Yo sufrí, pero hay que gente que ha sufrido más que yo”.
Obida vive hoy en uno de los pisos de acogida de la Fundación La Merced Migraciones una organización que ofrece respuesta integral ante la realidad excluyente que viven las personas refugiadas e inmigrantes. El joven acaba de hacer la selectividad en nuestro país y espera las notas, esperando que su media le alcance para cursar una ingeniería industrial.
De todas las lecturas posibles a la crisis de los refugiados y la situación inestable de Siria, su país, Obida elige el optimismo y recuerda que el sufrimiento y el desplazamiento no deben someter a su pueblo: "Hemos sufrido mucho, pero eso no significa que somos débiles". Sus palabras son firmes y su decisión, sobrecogedora: "Porque hayamos sufrido no somos pobres. Somos humanos y tenemos que seguir con la vida".
El programa especial del Día Mundial de los Refugiados, al completo: